Arquitectura industrial de Tarazona

Menuda está cayendo ahí fuera… Esta madrugada hemos llegado a -4ºC… Aún así, como seguro que estas Navidades el termómetro nos da algún ‘respiro’, os traemos uno de esos recorridos temáticos para pasear y descubrir un poco más nuestra querida Tarazona. Estamos acostumbrados a edificios relacionados con el arte, la religión o la tradición cultural, pero hoy nos vamos a salir un poco de la norma: vamos a adentrarnos en la arquitectura industrial turiasonense. Cuatro paradas relacionadas con la vida económica de la ciudad, la industria y el transporte.

A las afueras del núcleo urbano se encuentra la fábrica de harinas de la Viuda de Marqueta, que comenzó a funcionar en 1919 por iniciativa de Santos Marqueta. Tras el fallecimiento de éste, fue su esposa la que tomó el mando. A partir de entonces, se conoció popularmente al edificio como «La Angelita». Es una construcción de tres pisos con naves anexas de una sola altura, que servían como almacenes. Además, tiene garaje y oficinas en un inmueble exento y, otros dos ya desaparecidos, eran también almacenes.

Desde aquí nos vamos a la antigua fosforera «El Carmen», que inició su andadura a mediados del siglo XIX sobre parte del convento desamortizado de Santa Teresa de Jesús. Aún se conserva el claustro religioso y varias dependencias más, pero con nueva funcionalidad: oficinas y vestuarios de la industria alimentaria que alberga actualmente la antigua fábrica. Por su parte, nuestra tercera cita con la arquitectura industrial turiasonense nos lleva al edificio que diera cobijo a Celulosas del Queiles, en desuso desde 1960. Se inauguró, como otras muchas del sector, ante la escasez de este derivado durante la II Guerra Mundial.

Monumento al Tarazonica
Monumento al Tarazonica

Por último, en este recorrido tan peculiar no podía faltar «El Tarazonica» o «Escachamatas» y su estación de tren con intercambiador. La línea Tudela-Tarazona era una vía estrecha perteneciente a la Compañía del Norte que inició su servicio en la Nochevieja de 1885. Recorrió los raíles durante casi 70 años, hasta que con la llegada del tendido ‘ancho’ se inauguró la nueva estación de pasajeros y nave de máquinas.

Actualmente, este vieja estación e intercambiador es una de las piezas singulares dentro de la arquitectura ferroviaria aragonesa. Destaca, sobre todo, el carácter didáctico en que ha quedado la nave de reparación. En la mayoría de reliquias arquitectónicas relacionadas con los trenes, solo se conserva el edificio de viajeros. En cambio, en Tarazona tenemos la oportunidad de contemplar el conjunto completo.

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