El Barrio de las Tres Culturas. La Almehora.

El Barrio de la Almehora es el único de la localidad turiasonense en el que se conservan testimonios de las tres culturas que convivieron en la ciudad: cristiana, judía y musulmana. El recorrido por las estrechas y elevadas calles del barrio por las que musulmanes, judíos y cristianos transitaban a diario, permite trasladar nuestra imaginación a ese pasado medieval con el que todavía hoy nos sentimos identificados.

Almehora viene del término árabe “almacaber”, que significa cementerio musulmán, el cual estaría ubicado en la Plaza del barrio. Éstos eran lugares de gran interés ritual, y por tanto, imprescindibles para poder cumplir los ritos funerarios de esta y otras culturas. Se ubicaban siempre a extramuros de las ciudades.

El conocido como Barrio Verde es uno de los rincones más entrañables y de gran interés del lugar, testimonio de la presencia de la comunidad hebrea en la ciudad. El cementerio judío también se situaba en este mismo barrio, pero, como manda su ritual, en una zona mucho más elevada que el cementerio musulmán.

La cultura cristiana está representada por las numerosas fundaciones religiosas aquí presentes.  El barrio contaba con la presencia de un seminario, y cuatro conventos, de los que se conservan tres: el convento de jesuítas, el de los mercedarios y el de los carmelitas descalzos.  El cuarto, ya desaparecido, Convento de Capuchinos de San José, tuvo tanta repercusión en la sociedad que para muchos decir Capuchinos es el equivalente a decir Barrio de la Almehora.

Destacamos de entre estos edificios religiosos, la iglesia de Santa Teresa de Jesús, pertenece al ex convento de carmelitas descalzos dedicado a Nuestra Sra. de la Virgen del Carmen. Tras la desamortización de 1835 este convento se abandonó, y fue adquirido por D. Pascasio Lizarbe para convertirse en una fábrica de fósforos de gran importancia a nivel nacional. Es el único convento de la ciudad al que los frailes volvieron tras la desamortización. Debido a los cambios que había sufrido el edificio conventual tuvieron que construir otra humilde casa adosada al mismo, que abandonaron de nuevo 58 años después.

Entre oración y oración, en el barrio también debía quedar tiempo para la diversión y la vida cultural. Algo que queda atestiguado por la presencia de la Calle Teatro, donde estaría ubicado el primer teatro de la ciudad

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