Restaurando las puertas del órgano de la Iglesia de San Francisco

Del órgano que el maestro Enrique Alemán construyó entre 1493 y 1494 para la iglesia del convento de San Francisco de Asís sólo subsisten las puertas o alas que lo protegían. Éstas fueron pintadas al óleo sobre lienzo por el turiasonense Francisco Leonardo de Argensola en 1637.

 

 

 

 

 

 

 

Puertas interiores del órgano en la disposición en que se verían una vez abiertas cuando se estuviera tocando el órgano. En la de la izquierda, Santa Cecilia tocando el órgano, y en la de la derecha figura la representación de Santa Tecla con los leones de su martirio.

¿Por qué tenían puertas los órganos?

La maquinaria de un órgano es compleja y diversa en materiales, no sólo estaríamos hablando de metal y madera, sino que los diversos compartimentos de los secretos irían forrados en su interior por piel de cabra. Por esto es muy importante la incorporación de barreras físicas que permitan la buena conservación del instrumento, previniendo la aparición de organismos y protegiéndolo del polvo, que acumulado provocaría la incapacidad de utilizar el instrumento.

Así pues, la medida de protección de los órganos mediante puertas es una práctica muy usual que responde a una necesidad. Algo que también ocurría con algunos retablos. Estas puertas, bien realizadas en lienzo sobre bastidor o en madera, servirían como soporte para realizar pinturas tanto en sus caras exteriores como interiores. En muchos casos estas puertas se han perdido, pero tenemos la suerte de contar con las del antiguo órgano de la iglesia de San Francisco de Asís.

Detalle del órgano de Santa Cecilia. En él se aprecia el resultado de las labores de limpieza y restauración.

El trato de los franciscanos con el autor de las pinturas

Las puertas de este órgano, realizadas en lienzo, fueron pintadas al óleo por el prolífico pintor turiasonense Francisco Leonardo de Argensola a finales de 1637. Los frailes del convento de San Francisco de Asís permitieron a Leonardo levantar una capilla en el claustro de su cenobio, a cambio de que pintase las puertas del órgano de la iglesia conventual. En la cara exterior, que estarían a la vista de los fieles cuando el instrumento no estuviera en uso, le pidieron que figurara la Estigmatización de San Francisco y la Visión de San Antonio de Padua, dos de los santos más importantes de la Orden franciscana. Mientras que, en las caras interiores, que se verían en el momento en el que el órgano estuviera en funcionamiento, representaría a Santa Cecilia patrona de la música, que aparece tocando el órgano mientras un ángel le sostiene la partitura, y a Santa Tecla, acompañada de los leones a los que se enfrentó en el momento de su martirio en el anfiteatro y la palma símbolo del mismo.

Rostro de Santa Tecla
Detalle del resultado de los trabajos de retirada del barniz oxidado y limpieza de la policromía.

Francisco Leonardo debió de aprender el oficio de pintor con su padre, y aunque su obra no es de gran calidad artística, tuvo una producción muy abundante que podemos localizar sobre todo en Tarazona. Se casó cuatro veces, teniendo con dos de sus casamientos nueve hijos, a los que gran parte de ellos sobreviviría, ya que tuvo una edad longeva, muriendo a los ochenta y un años. Gracias a su oficio como pintor, llegó a tener cierto estatus social en el siglo XVII, llegando incluso a dedicarse a la política local. En estas representaciones se reconoce fácilmente su estilo pictórico, caracterizado por figuras muy dibujadas y volumétricas, dotadas con rostros ovalados en los que destacan unos ojos grandes y redondos y unos labios muy carnosos, de aspecto gracioso y un tanto infantil, ejecutados con colores vivos y planos.

El porqué de esta restauración

Desde el momento en que estas puertas perdieron la función de protección del órgano, al ser sustituido dicho instrumento por otro más moderno, las puertas fueron desmontadas en cuatro bastidores conformando así cuatro lienzos independientes. Actualmente dichos lienzos se encuentran expuestos en el claustro del ex convento de San Francisco de Asís, cuyo uso turístico y cultural es gestionado por la Fundación Tarazona Monumental. Así pues, estas obras pueden ser contempladas sin problema por el conjunto de los turiasonenses así como por los visitantes que realizan las visitas guiadas a la ciudad y acceden a dicho monumento.

El estado de conservación de estos lienzos era relativamente bueno, pero su función original, la grandiosidad del formato y una iconografía tan cuidada y representativa para el monumento, hizo que la Fundación se decidiera a su restauración. Siendo seleccionadas en primer lugar las dos caras interiores dedicadas a Santa Tecla y a Santa Cecilia.

Mapeo del estado de conservación de la obra con localización de las diferentes patologías.

Manos a la obra

La FTM es consciente de la complejidad del proceso y también responsable de la integridad de la obra. Por ello, en primer lugar, se realiza un estudio muy exhaustivo de la obra para conocer sus patologías y determinar la metodología a emplear. Estudio que queda reflejado en una memoria inicial que se traslada a la Dirección General de Patrimonio para su conocimiento.

Los resultados del análisis reflejaban que los materiales presentes sobre la superficie de ambos lienzos se encontraban alterados, modificando el aspecto estético de la obra. Por ello se consideró que los primeros tratamientos a aplicar debían ser los siguientes: consolidación de la capa pictórica con cola orgánica de pieles, control del PH del soporte, desmontaje del lienzo del bastidor original para una correcta limpieza y saneo del reverso del lienzo, eliminación de deformaciones, colocación de bandas con tela sintética, cosido de los desgarros, y tensado y montaje del lienzo en un nuevo bastidor hecho a medida para que cumpla con los requisitos de óptima conservación de la obra.

Protección de la policromía con papel japonés para proceder a la restauración del soporte.

Una vez recuperado el soporte, nuestra restauradora Nerea Otermin, se encuentra realizando la limpieza de la imagen de barnices oxidados, manchas, excrementos de insectos, salpicaduras… Este es uno de los procesos más complejos dentro de la restauración. Ya que cada obra de arte es única y la limpieza debe respetar su carácter original. Pero, gracias a los nuevos sistemas de limpieza, al desarrollo de las investigaciones en química aplicada a la restauración, a los criterios establecidos y a la legalidad vigente, podemos asegurar la integridad de la obra de arte.

Tras el trabajo de limpieza se procederá al estucado de las lagunas donde se ha perdido la policromía original para reintegrarlas en la obra mediante un método discernible y reversible; la técnica puntillista realizada en acuarela. Finalmente se aplicará un barniz de protección final.

Todo el trabajo realizado por el restaurador y sus archivos gráficos; imágenes del proceso, mapas de patologías, análisis de laboratorio…; quedará reflejado en una memoria final que además incluye las medidas de cuidado y conservación que se deben de tener con la obra una vez intervenida. Una información que también se pondrá a disposición de los ciudadanos en las jornadas de puertas abiertas al taller de restauración, y que divulgaremos a los escolares a través de nuestros talleres de educación patrimonial.

Nerea Otermin restaurando la puerta dedicada a Santa Cecilia

 


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