850 aniversario de una Boda real en Tarazona

Los desposorios reales de Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Plantagenet 

Sería en el mes de septiembre de 1170, justo hace 850 años, cuando tendría lugar uno de los acontecimientos históricos más importantes en Tarazona. Aunque no sabemos la fecha exacta, sí que hay constancia de que el 17 de septiembre Alfonso y Leonor ya eran marido y mujer.

En la FTM teníamos programada una recreación histórica sobre éste hecho en la que contábamos con la colaboración de la Asociación CONCA. Pero debido al estado de alarma decretado por la pandemia COVID-19 hubo que anularla. A día de hoy seguimos sin poder organizar dicha recreación, pero esperamos lleguen tiempos mejores para poder llevarla a cabo.

En esta entrada recopilamos la poca información al respecto. Parte importante la podréis encontrar en el Tomo 1 de la «Historia de la Fidelísima y Vencedora Ciudad de Tarazona» de José Mª Sanz Artibucilla.

El Rey de Castilla, Alfonso VIII de Castilla, llamado «el de Las Navas» o «el Noble» (Soria, 11 de noviembre de 1155 – Gutierre-Muñoz, del domingo 5 al lunes 6 de octubre de 1214), y el Rey de Aragón, Alfonso II, concordaron perpetua paz y unión entre sí y sus Ricoshombres contra cualquier Príncipe o Rey, exceptuando el de Inglaterra.

Acordada la boda del de Castilla con Leonor de Inglaterra o Plantagenet (Domfront 1160 – Burgos, 31 de octubre de 1214) hija del poderoso Rey Enrique II de Inglaterra (1133 – 1189) y Leonor de Aquitania (1122 – 1204). Marcharon el de Castilla y Aragón a Zaragoza, donde permanecieron juntos los meses de julio y agosto preparando el acontecimiento.

Se determinó que los esponsales debían celebrarse en Tarazona, por cuya frontera se habían enfrentado con anterioridad ambos reyes. Alfonso II, era pariente de la novia, Leonor era prima de su madre Doña Petronila, y la figura central de todos los actos, pues en su persona se juntaban las dos Cortes que se habían de desposar, y en sus manos habían de depositar los mutuos juramentos.

En 1170 llega a Tarazona, con tan sólo 10 años, la infanta inglesa Leonor de Inglaterra o Plantagenet acompañada de sus damas, consejeros y personal de servicio. Desde Zaragoza mandó el Rey de Castilla a Burdeos, donde estaba Leonor, a un contingente diplomático para que la acompañase hasta Tarazona. Ésta comitiva estaría formada por: el arzobispo Cerebruno de Toledo, los obispos Raimundo de Palencia, Guillermo de Segovia, Pedro de Burgos, Rodrigo de Calahorra, los condes Nuño y Ponce, Gonzalo Ruiz, Pedro Ruiz y su hermano Fernando Ruiz, Tello Pérez, García Gonzalves, Gutierrea Fernández y García Fernández. El rey de Aragón, Alfonso II, acompañó al cortejo que estaba también compuesto por representantes de Leonor de Aquitania y los enviados del rey de Inglaterra: el arzobispo de Burdeos, el obispo de Perigord, los vizcondes Pedro de Castillon y Raimundo de Tartas, y Pedro de Mota. Leonor contó también con un nutrido grupo de ministros, la mayoría perfectamente identificables: seis mayordomos en sucesión siendo el principal Martín González de Contreras, un canciller llamado Egidio, un capellán notario, un merino, un repostero, un despensero, portero, un escriba y otros que aparecen en los documentos como hombres de la reina. Incluso se identifica a un oficial que está al servicio de la reina en Normandía, como es Andrés de Domfront. A ellos puede agregarse un grupo numeroso de hombres y mujeres que ejercieron labores secundarias o cuya relación con la reina en la prestación de servicios fue efímera o más distante y que, por eso mismo, no aparecen en los registros. Aunque no se les pueda considerar parte de la cámara o de la casa de la reina, está claro que al servicio de Leonor estuvieron pintores, iluminadores, nodrizas, maestros, juglares y trovadores, así como un influyente y poderoso grupo de consejeros y cortesanos.

Toda esta brillante expedición fue recibida por Alfonso VIII, que en ese momento tenía 14 años. Quiso el de Castilla desplegar toda la magnificencia de su brillante Corte, ya que nunca como en esta ocasión iba a poder mostrar a los extranjeros que la hija del Rey de Inglaterra, el más estimado Rey que había en la cristiandad, era reina de grandes Estados y tenía una Corte que no desmerecía a la que dejaba. La corte real de Alfonso VIII estaba compuesta por magnates laicos y eclesiásticos de todo el reino, aparte de los miembros de la casa del rey calculados entre cien y ciento cincuenta personas. El Mayordomo Real D. Pedro García de Aza (1160 – 1172) era el funcionario principal, un noble que se encargaba de la administración de la casa real (bienes y servidores reales). El Alferez era la siguiente dignidad de la curia en orden jerárquico. Era un cargo de naturaleza fundamentalmente militar, cuyo titular era el encargado de llevar la seña real de dirigir al ejército en ausencia del rey, el conde Gonzalo de Marañón. El Merino Real Don Gutierre Peláez (1170-1175) era el principal de los funcionarios judiciales del rey. El Almojarife era el tesorero de la casa real, una dignidad que no se consideraba elevada, y que por tanto estaba abierta a personas sin nobleza y a judíos. Por este motivo hay poca documentación sobre los titulares, a pesar de ello sabemos que fue almojarife Joseph ben Sosan ben Salomon, nasi o príncipe de los hebreos castellanos, que vivió en Toledo. Y los hombres de Criazon, Casa del Rey eran funcionarios menores, servidores, tales como: despenseros, reposteros, escanciadores, ballesteros, porteros, médicos, fabricantes de yelmos (magister yelmorum), capellanes, maestros y notarios.

El Rey de Aragón, no se dejó vencer en magnificencia y esplendidez, ya que el acto se realizaba en su territorio, era pariente de la novia, y figura indiscutible en dicho acontecimiento.

La ciudad de Tarazona estaba rebosante de Prelados y Nobles, ardiendo en continuas y brillantísimas fiestas y abundando las cabalgatas y los torneos para agasajar y deslumbrar a los forasteros. Los desposorios tendrían lugar en la Iglesia de Sta. Mª Magdalena y es muy probable que los contrayentes y su séquito se alojasen en la Zuda o Castillo (actual Palacio Episcopal) que era propiedad del rey de Aragón, y los Obispos y Ricoshombres en las señoriales moradas del Cinto, donde habitaba toda la nobleza.

A tenor de la brillantez de estas fiestas serían las arras que el rey dio a su esposa, consistentes en numerosas ciudades y castillos, y la mitad de todo lo que en adelante conquistase de los moros. El matrimonio sirvió para reforzar la frontera pirenaica, ya que Leonor Plantagenet aportó además como dote de boda el condado de Gascuña que Alfonso VIII nunca pudo anexionar a la corona de Castilla. Sin embargo, numerosos caballeros gascones vinieron a la península para ayudar a su señor en la lucha contra los almohades.

Antes de marcharse de Tarazona el Rey de Castilla con su esposa, quiso pagar de algún modo al de Aragón la hospitalidad recibida y los buenos oficios que le había hecho, prometiéndole arreglar las diferencias que tenía con el Rey Lobo, de Murcia, haciendo que le pagase todas las parias y tributos que le debía.

Con ello terminó aquel acto histórico que tuvo lugar en Tarazona, afortunado escenario de tan brillantes y trascendentales hechos.

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