El Cipotegato: la historia de un bufón que se convirtió en héroe

Es difícil contar la historia de un personaje de cuyos inicios no se sabía nada hasta los últimos años del siglo XX y del que, durante mucho tiempo, sólo se contaron fábulas y conjeturas. La más conocida entre los turiasonenses, que se mantuvo como la más fidedigna hasta el año 2009, es la que cuenta que, antiguamente, en Tarazona, existía una cárcel, de la que una vez al año, coincidiendo con las fiestas del pueblo, se dejaba libre en la plaza del mercado a un preso, al que se le daba un palo sujeto a una bola con una cadena. Lograba su perpetua libertad si conseguía salir de Tarazona sin ser atrapado, mientras recibía una lluvia de frutas y verduras podridas (dicen unos) o sobrevivía a la lapidación porque lo que le esperaba a la salida a la plaza era una lluvia de piedras (cuentan otros).

En el año 2009, el historiador Javier Bona López, desveló la que parece ser la historia real de este personaje de más de 300 años de antigüedad, que comenzó siendo el entretenimiento de los más pequeños el día de la celebración del Corpus Christi durante más de 200 años. Por aquel entonces, su nombre era “Pellexo de Gato”  y su función consistía en perseguir a los niños con un palo para distraerlos y que no entorpeciesen los festejos religiosos de ese día. Con el paso del tiempo fue ganando protagonismo, pero también “mala fama”, ya que parece ser que les hacía daño al golpearlos con el palo e incluso llegó a formar parte del refranero popular con la frase “Eres más tonto que el Cipotegato”.

Sin saber muy bien cómo, el Cipotegato pasó de salir el día del Corpus Christi, a hacerlo por la puerta de la lonja el 27 de agosto, tranquilamente y por un ancho pasillo de gente en el que sólo algunos niños se atrevían a desafiarle lanzándole gallones y, más tarde, tomates, como manda la tradición a día de hoy. Con el paso de los años, y progresivamente, fueron aumentando los asistentes a esta cita. Pero su fama no mejoró,  seguía siendo algo así como una vergüenza  vestir el traje de este personaje, al que se le pagaba una pequeña cantidad de dinero, se le daban unas alpargatas y se le regalaba el abono para los festejos taurinos celebrados en las fiestas turiasonenses. Fue más tarde, ya en 1984, cuando un voluntario decidió presentarse para convertirse ese día en el protagonista de las fiestas de Tarazona. Tras hacer el recorrido y quitarse el traje de Cipotegato, contó a su perpleja familia y amigos que había sido él quien había salido a recibir la lluvia de tomates vestido con el traje tricolor y que lo que había sentido era algo indescriptible, muy emocionante. A partir de ese año creció progresivamente el número de voluntarios para encarnar al personaje, que ahora se elige por sorteo con más de un año de antelación.

Uno de los momentos de más fervor es cuando el Cipotegato finaliza su recorrido subiéndose a la estatua erigida en su honor en la plaza de España, delante de la histórica fachada del Ayuntamiento.

El Cipotegato de Tarazona
Momento en el que el Cipotegato se sube a la estatua erigida en su honor (Fuente: Heraldo.es)

Esta obra monumento al Cipotegato, del antiguo arquitecto municipal de Tarazona, Alejandro Rincón, se realizó en 1990 para colocarla en la plaza del Ayuntamiento y se convirtió desde ese mismo año en el fin y el punto más álgido del recorrido del personaje, donde es alzado por algunos asistentes para que todo el mundo allí concurrido pueda verlo, vitorearlo y aplaudirlo.

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