Subir los 124 escalones de la torre de la Iglesia de la Magdalena de Tarazona conlleva una doble recompensa: disfrutar de una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad y conocer por dentro uno de sus símbolos mudéjares.


Esta torre sólo se puede visitar en los meses de buen tiempo (la Fundación Tarazona Monumental la incluye en sus visitas “Tarazona con los cinco sentidos” de marzo a octubre aproximadamente -según la meteorología-, donde permite a los visitantes escuchar el sonido de sus campanas).

Sus 42 metros de altura fueron construidos en un extenso periodo de tiempo que abarca varios siglos. En el XII se levantó el cuerpo que sirve de basamento, una obra románica construida en piedra sillar (material muy típico de la época) y en la que todavía se aprecian algunas marcas de cantero. Este cuerpo se erige hasta la altura de las capillas del templo, por lo que no se advierte desde el exterior, aunque se puede recorrer por dentro: la estrecha escalera de caracol inicial va ensanchándose poco a poco, para dar paso a otra solución arquitectónica: el cierre de aproximación de hiladas, que se aprecia perfectamente si el visitante mirada hacia el techo. Allí es donde la escalera de caracol se convierte en una planta cuadrada y marca el segundo cuerpo de la torre, el más lago de la edificación: de estructura y estilo mudéjar, se realizó en ladrillo entre los siglos XV y XVI. Por fuera muestra una decoración característica del estilo mudéjar: esquinillas, zig-zags y rombos, sobre los que se dispone un vano geminado apuntado, contenido dentro de otro mayor de medio punto y, encima de él, tres ventanas, también apuntadas, que señalan el tercer cuerpo de la torre.


Esta última parte, del siglo XVII y que sigue el estilo de la fábrica medieval, culminó en 1610 con un chapitel de plomo que experimentó varias transformaciones y restauraciones con el paso de los años: la última es de 2004, cuando se recuperó su apariencia original y se reconstruyó con la misma forma que presentaba en las fotografías más antiguas.


Pero la torre no es el único atractivo de la Iglesia de la Magdalena, un templo cargado de historia que en el pasado fue catedral y que alberga obras tan importantes como su retablo mayor o un espectacular facistol mudéjar, único en su género, que causa admiración entre los visitantes.

