El brazo de San Atilano: el recuerdo del único Santo nacido en Tarazona

Cada 28 de agosto una escultura que representa el brazo de San Atilano, recorre las calles de Tarazona a hombros de sus habitantes. Pero ¿por qué el 28 de agosto? Y, ¿por qué los turiasonenses representamos a San Atilano con la figura de un brazo?

Las respuestas a estas dos preguntas se contestan con la misma historia: esta obra de plata contiene en su interior un fragmento de uno de los huesos del brazo del Santo patrón turiasonense. Llegó a Tarazona el 28 de agosto de 1644 tras innumerables gestiones con la ciudad de Zamora, en las que incluso tuvo que mediar el Rey Felipe IV. Tarazona consideraba que le pertenecía conservar un recuerdo del único Santo nacido en la ciudad y al que había nombrado su patrón, y Zamora era reticente a entregarlo porque era el lugar en el que San Atilano había vivido hasta el final de sus días y en el que había sido Obispo durante la Baja Edad Media (muy querido y admirado por sus habitantes).

Finalmente, un pequeño trozo de los restos óseos del brazo de San Atilano llegó a su ciudad natal, pero no lo hizo dentro de la talla que hoy conocemos, sino en una arquilla de plata en la que destacaba un grabado con la fecha de la donación. Estaba decorada con unas preciosas cintas, simulación de cabujones, y con las armas de los ayuntamientos y de los cabildos de ambas ciudades, a modo de reconciliación entre ellas, en honor a San Atilano. Sin embargo, seis años más tarde, en 1650, y con el objeto de que los devotos pudieran ofrecer a la canilla el ósculo de la paz, se mandó hacer otro relicario. En él se conservó el fragmento óseo casi un siglo y medio, hasta que en 1796 Mateo Casanate, Deán de la Catedral de Tarazona, propuso al Cabildo construir un edículo en forma de brazo, ya que lo que iba a contener era un trozo de hueso de esa parte del cuerpo del Santo. Esta escultura se encargó a Zaragoza, al platero Mariano Fuentes  (se cree que pudo formar parte de la familia de plateros zaragozanos Fuentes, aunque  no se tiene confirmación documental de ello).

El relicario que el artista realiza tiene forma de brazo derecho asentado sobre una peana cuadrada. Es una obra muy sencilla hecha en plata sobredorada, que se presenta con la mano en posición de bendecir y perfectamente esmaltada, imitando las encarnaciones naturales. Las líneas de la palma y las venas de la mano se marcan para darle mayor sensación de realismo. Y con el objetivo final de que la reliquia pueda verse, se realizan dos grandes tecas en posición vertical, en el anverso y en el reverso del brazo, que van enmarcadas con una cenefa de ochos y flores insertas. Como colofón de la escasa ornamentación de la talla se colocó en el dedo anular una sortija de plata con cristal embutido.

Escultura procesional del brazo de San Atilano. Fundación Tarazona Monumental.
Escultura procesional del brazo de San Atilano. Tarazona.

Ésta es la réplica del brazo de San Atilano, que llega hasta nuestros días, y que vemos procesionar cada 28 de agosto por las calles de Tarazona. Aunque la canilla ya no se guarda dentro de él durante todo el año, sino que solamente se coloca en el momento de la procesión. El resto del tiempo, y como no podía ser de otro modo, San Atilano preside el templo más importante de la ciudad, la Catedral de Santa María de la Huerta. En el retablo mayor, en una oquedad cerrada por una verja dorada y bajo la imagen de la Virgen, descansan los restos óseos del Santo Patrón de la ciudad de Tarazona. Sin embargo, no siempre han estado ahí, ya que, por diversos motivos de seguridad y debido a las obras que se han llevado a cabo en la Catedral, a la reliquia le han dado cobijo varias iglesias de la localidad, entre ellas, la iglesia de San Miguel.

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