La 4ª Edición del Taller de Empleo de la Fundación Tarazona Monumental está a punto de concluir, será el próximo 11 de junio. Los 16 alumnos participantes han trabajado desde el pasado diciembre por un objetivo, el de terminar la renovación de las cubiertas del ex-convento de San Joaquín, dado el pésimo estado en el que se encontraban y que ponían en riesgo la estabilidad estructural del edificio. “De ésta forma, el inmueble estará listo para que en la siguiente fase se pueda iniciar la rehabilitación en el interior”, ha explicado el monitor de apoyo técnico, el arquitecto Alberto Rivas.
En ésta fase y siguiendo la línea de respeto máximo al edificio, a lo largo de 6 meses (2 meses de formación teórica previa a los trabajos realizados en éste edificio del S.XVII) “los alumnos han trabajado en la rehabilitación de las cubiertas del ala sur, conocida como “el Palomar” y en un muro de contención que se venía abajo, ya que la estructura de la plaza hacía que todo el agua acabara en la fachada que hicieron el año pasado los alumnos, lo que hizo que reventara. Por ello, tuvieron que hacer una reparación de urgencia”, ha señalado Joseba Iturrate, Director del Taller de Empleo. “Ahora faltaría reconstruir un trozo de tejado en la zona del refectorio”.
Este taller emplea a un total de 21 personas (8 alumnos de carpintería y 8 de albañilería, 6 alumnas y 10 alumnos, que recibirán un certificado de profesionalidad, 3 monitores, 1 administrativa y un director). Asimismo está financiado conjuntamente por la Fundación y el Gobierno de Aragón a través del Instituto Aragonés de Empleo (INAEM) y el Fondo Social Europeo. El presupuesto total asciende a 250.000 euros, de los que Tarazona Monumental ha aportado alrededor de 100.000 euros. El Ayuntamiento de Tarazona ha colaborado en la cesión de las naves municipales y las aulas donde los alumnos han desarrollado parte de la formación.
El futuro de San Joaquín
Según ha apuntado Julio Zaldívar, Gerente de la Fundación Tarazona Monumental, “está pendiente definir por parte del Ayuntamiento, un plan de usos culturales para éste ex-convento del S.XVII, que es de propiedad municipal (aunque la Iglesia es del Obispado). Se ampliaría así la oferta turística y cultural de la ciudad”.
“Los talleres de empleo son fundamentales para desarrollar la misión que tiene la Fundación de mantener y conservar el patrimonio de la ciudad, puesto que nos permiten complementar con rehabilitaciones y mejoras las costosas actuaciones de restauración en bienes muebles e inmuebles que llevamos a cabo, además de generar empleo y contribuir con ello al desarrollo socio económico de la ciudad”, ha asegurado el gerente de la FTM, Julio Zaldívar.
Este ha sido el séptimo taller de empleo patrocinado por la Fundación Tarazona Monumental, que en ediciones anteriores se han dedicado a la recuperación del barrio de la Judería y de varios espacios del Palacio Episcopal destinados a usos turísticos y culturales así como a la ubicación del Taller de Restauración de Bienes Muebles de la Fundación.
La osada decisión de 8 monjas de Santa Ana
Durante el pontificado de Martín Terrer de Valenzuela (1614-1628) comenzó el recurso de 8 monjas de Santa Ana a la Santa Sede alegando que ya no deseaban que su casa siguiera sujeta a la Orden carmelitana, sino al ordinario diocesano.
Finalmente, tras ocho años de pleitos, se autorizó la creación de un nuevo convento que acogiera a éste pequeño grupo de religiosas. Tanto el obispo como el cabildo catedralicio y el concejo apoyaron a las monjas en su pretensión.
Año y medio después, bajo el mandato de Baltasar Navarro de Arroytia (1631-1642), se constituyó el convento de carmelitas descalzas de San Joaquín. El 22 de octubre de 1632 se trasladaban a la nueva fundación las monjas que comenzaron el recurso.
La singular historia de sus principales benefactores
El cenobio tuvo varios bienhechores que contribuyeron a su construcción y dotación. Entre ellos cabe destacar a Gaspar Gil, obispo de Vic, a Diego Antonio Francés de Urrutigoiti, Deán de la catedral y futuro obispo de Tarazona, y al matrimonio compuesto por Hipólita Agustín y Francisco de Angulo. Esta pareja, tras quince años juntos y sin descendencia, decidieron entrar en religión. Él ingresó como capuchino en el desaparecido convento de San José y ella, junto con su sobrina Esperanza, lo hicieron en San Joaquín llevando todas sus rentas.
La Iglesia del ex–convento: un mundo de esplendor artístico
La iglesia sigue el modelo arquitectónico empleado en Santa Ana. Está presidida por un magnífico retablo dorado y policromado cuya mazonería puede datarse en el tercer cuarto del siglo XVII. En algunos de sus lienzos se ha querido ver la mano del pintor del barroco zaragozano Francisco del Plano.
La fachada es muy similar a la de la Iglesia de la Merced, aunque de formas más cuidadas y perfeccionadas. Una escultura de San Joaquín con la Virgen Niña ocupa el nicho que remata la portada.
Las dependencias conventuales, adosadas al templo por el lado de la Epístola, se distribuyen en torno a un pequeño claustro cuadrado de dos plantas concluido en 1715.
En 1995 las hermanas de San Joaquín tuvieron que agregarse a la comunidad de San José de Zaragoza. Su iglesia pertenece desde entonces al Obispado y el claustro y las dependencias anexas fueron adquiridos por el consistorio turiasonense a finales del año 2001.
